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miércoles, 19 de agosto de 2009

Feria de Chillán

LA FERIA DE CHILLÁN

La feria de Chillán y el mercado son centros de atracción para la gente de toda la comarca. La actividad comienza muy temprano, desde el amanecer.
En los mesones del mercado los parroquianos madrugadores y los noctámbulos que prolongan la noche, desayunan con gruesos caldos de cabeza y aromáticos "valdivianos" acompañados de las clásicas tortillas de rescoldo, que están recién salidas del horno. En una mesa, un grupo de pijes componen el cuerpo que quedó a mal traer después de la fiesta de anoche. Vienen llegando los campesinos de San Ignacio y los afuerinos tímidos que viajan autobús. Todos reunidos para iniciar el primer ritua1 gastronómico del día:
Pase pa’ cá, caballero si quiere café tomar se lo tengo con malicia y sopaipillas pasás, también hay chocolatito de muy buena calidá, pase nomás, patroncito, pase nomás pa'acá.
Avellanas tostaditas la sustancia de Chlllán, las tortillas de rescoldo calentitas aquí están. Y si quieren peurecito picante les puedo dar pa' que compongan el cuerpo después de la trasnochá.
Si en este momento alguien extraño llegara al mercado, sin saber que está amaneciendo, bien podría pensar que es mediodía, la hora del almuerzo, y quizás hasta el estómago se equivocara. Aquí no se hace diferencia entre los menús del desayuno, el causeo y el almuerzo.
—¿Qué le vamos a servir casero?—¡Pruebe la cazuela de ave con chuchoca, el costillar con puré picante, las ricas longanizas con porotos, el famoso arrollado de Juanito Pinto!
Y los caseros se dejan tentar y comen con vehemencia como si estuvieran saboreando la "Epopeya", de Pablo de Rokha:
[...] porque, si es preciso el hartarse con longaniza chillaneja antes de morirse, en día lluvioso, acariciada con vino áspero de Auquinco o Coihueco...
La feria está repleta de gente, de toldos, de ventas y de camiones. Semeja una gran recova árabe; me recuerda a las ferias populares de Sevilla, sin embargo, la feria de Chillán es chilenísima.
En una esquina un grupo de "canutos" predican su fe sin ser oídos y un poeta ciego ofrece sus tiradas de versos:
Los versos, los buenos versos: la culebra que se salió del Bío-Bío y que tenía 50 metros de largo. La mujer que mató al marido y en trozos lo cortó. El anticristo que anda predicando y anunciando el juicio final. El chasco que le pasó a un viejo verde por casarse con una chiquillla de quince. Los versos, los buenos versos, llévelos usted. Lo que dice el reo Pérez que espera en capilla la clemencia del gobierno y lo que dice la pobre madre sobre las malas juntas. En estos versos verán lo que les pasa a jóvenes libertosos por culpa de las malas juntas. ¡Los versos, los buenos versos!

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